
En esta ocasión nos acercamos hasta la población
altoaragonesa de Tella, para conocer una tradición muy especial y desconocida, incluso para algunas de las gentes de los valles colindantes a Tella, que tiene como
función, poder pedir un deseo a la Virgen de la Peña, una de las ermitas
existentes en las cercanías de la población.
Como pequeño apunte diré, que esta ermita, junto con la de
la Virgen de Fajanillas y la de San Juan y Pablo, se colocaron en esta zona del
Pirineo, por unas creencias muy arraigadas en la zona, donde se decía que en el
entorno del pueblo de Tella, había mucha influencia del maligno y, toda esta manifestación negativa venia de un peñasco llamado “El Puntón”. En sus
estribaciones, se levantaron estos pequeños templos románicos, para intentar
deshacer estas emanaciones de energía negativa que fluían de este peñasco
rocoso. Esto que aquí expongo, no es gratuito, ya que sobre el año 1500, hubo
una infestación de posesiones demoníacas en esta pequeña zona pirenaica, donde
tal cual está recogido por la Santa Inquisición, las poseídas, ladraban como
los perros y se comportaban como tales; se les llamó “las ladrantes”

Volviendo a la ermita de la Virgen de la Peña diré, que
cuando el caminante comience el tránsito por estas tres ermitas, deberá coger
una piedra pequeña al principio del camino, que le quepa dentro del puño,
visitar las ermitas que encontrará en el camino rezando un padrenuestro y una
avemaría (La ermita de san Juan y Pablo, Fajanillas Y la de la Peña, por este
orden), cuando lleguen al último templo (la de la Peña) se dejará la piedra
con la que ha realizado el camino, en la ventana existente dentro del templo
junto a otras ya depositadas, rezar lo acordado y tras ello pedir el deseo;
dicen que lo anhelado se cumple.
Antaño, se pedían bendiciones, protección de todo mal, sanar
enfermedades… no se que podrá pedir usted hoy en día, pero por intentar un
imposible no hay ningún problema, igual se sorprende y se cumple; además, ya
solo por el fantástico entorno que podrá contemplar, merece la pena realizar
todo este sacro trayecto.
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