

A unos 10 kilómetros antes de llegar a la población de Alcañiz (comarca del Bajo Aragón), circulando por la N-232 y justo en el desvío hacia la población de Puigmoreno, podremos observar desde la misma nacional, una roca que se alza desafiante entre los campos de cereales de esta zona, de no muy grandes proporciones, donde existen ciertas marcas y símbolos en sus alrededores, que nos hacen pensar en un lugar de antiguos ritos de los habitantes de estas zonas, posiblemente en la edad del bronce.
Los trépanos existentes en una de las rocas, nos dan la clara lectura, de un rudimentario calendario astronómico, donde nuestros ancestros, colocaban varas, para observar con mas precisión los movimientos de nuestros astros, posiblemente, siempre orientado a las labores agrícolas y ganaderas de esta zona.
La cara de esta roca que posee estos agujeros, está orientada, este oeste. una prueba más, de que estos agujeros, no eran realizados al azar, ya que según desde el lado donde miráramos a estas varas, veríamos el amanecer o el ocaso del sol.


Esta muestra de ingeniería rudimentaria de nuestros antepasados, permanece olvidada, delante de miles de ojos que la presencian desde la lejanía de la carretera que une Zaragoza con Alcañiz, mostrándose desafiante, ante todo aquel que quiera desentrañar su secreto, y que guarda en solitario silencio,desde hace miles de años.
Otra cuestión curiosa, es la del material de esta roca caballera. Mientras esta roca a la que hacemos referencia, es un conglomerado, el resto que la soporta y demás de alrededor, son areniscas, es decir, esta roca no pertenece al entorno donde se encuentra ubicada, iniciándose aquí la incógnita, de cómo la pudieron traer hasta este lugar y con qué medios.
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