3.12.13

Fuego purificador


El solsticio invernal, con su gran cantidad de tradiciones populares y milenarias, es quizás la parte del año que pasa más desapercibida en cuanto a sus celebraciones, pero que en contraposición es la que más cantidad tiene, ya que las que se mantienen vivas siguen celebrando sus ritos de la misma manera que hace cientos de años atrás.
Estos festejos ancestrales que tan arraigados están en el sentir de sus gentes, tienen un nexo común que es el fuego, ya que este elemento está presente en todas estas celebraciones lúdicas, al igual que todos estos actos se encuentran cristianizados conviviendo con las raíces paganas de cada uno de ellos y siendo esta ultima parte la que le confiere a estas celebraciones todo el colorido y vistosidad de que se rodean.

Son tiempos de juntarse todos entorno al fuego y esperar estaciones más benignas y que la naturaleza resurja de su letargo invernal. Por ello la función mágica de las hogueras es recordar a la naturaleza que la primavera llegara, y con el calor del verano las gentes recogerán los frutos ansiados que les ofrecerá la madre tierra, en una clara lectura que las gentes esperan con anhelo ese calor del verano simbolizado por la gran hoguera crepitante situada en lo más intimo de cada población.
Este espacio de tiempo mágico lo enmarcamos desde el 25 de diciembre, fecha de la natividad del Señor (nacimiento de Jesús según la iglesia católica) o en contraposición día de exaltación del dios romano Saturno (dios de la agricultura y benefactor de las cosechas) hasta el día 2 de febrero día de la Candelaria, fiesta según algunos estudiosos de origen romano, donde era conocida como la fiesta de los “lupercales”. Era una forma encubierta de atrapar la luz y llevársela a sus casas, para que de esta forma bendijese sus moradas, moradores y mantener vivo el recuerdo del verano.
En estas multitudinarias celebraciones ritualizadas encontraremos puntos en común entre todas ellas, como puede ser la bendición de las personas y animales domésticos así como cosechas, y todo ello reunidos en torno al fuego crepitante. Grandes hogueras que se encendían en la zona más importante de cada población como puede ser la plaza mayor, lugar de encuentro de todos los vecinos donde el calor del fuego en tiempo de frio reconfortaba y unía más si cabe a los vecinos en la celebración de estas fiestas.
Repasemos y pasemos de puntillas por algunos de estos antiguos ritos, dado la gran cantidad de estos festejos existentes en toda nuestra geografía aragonesa y como ejemplo de ellos, nombraremos algunas de estas fiestas, invitando al lector a que sobre todo las vivencie in-situ ya que son muy ricas antropológicamente hablando y muy sentidas y vividas por las gentes de cada rincón aquí elegido.

Sin ir más lejos, nos acercaremos a la comarca del Matarraña (Teruel) donde entorno al fuego que arde en grandes hogueras en las plazas de cada uno de los pueblos de esta bonita comarca y  en la fecha del 17 de enero festividad de san Antón, sus gentes bendicen los animales domésticos y se sueltan Les diableres (las diablesas) o los diablets (los diablillos) según los pueblos de esta comarca y que son personas vestidas de demonios  que rondan alrededor de la hoguera haciendo las delicias de los más pequeños que los utilizan a modo de cabezudos, llenando el lugar de gritos y risas, haciendo olvidar el frio invernal. En esta misma comarca, en la población de Mazaleón, sus gentes dan lo que llaman como los tres tombs, (las tres vueltas) para poder recibir la bendición del sacerdote. En La Portellada en esta misma comarca, otros diablos sacan lo que se viene a decir como los llangostos de foc (langostas de fuego), en clara alusión a los míticos dragones que esculpían fuego por la boca y a modo de los populares corre focs que también entretienen a los más pequeños. O en el valle de Chistau (Huesca) también para la festividad de san Anton, donde el sonido de las esquillas que hacen sonar los mas jovenes no dejan dormir a ningún vecino, en clara alusión e invitación a mantener una permanente  vigilia para no dejar escapar el verano además de mantener a raya a los malos espíritus con los sonidos estridentes de las esquillas. El 20 de enero en la comarca del Bajo Aragón se celebran las fiestas en honor a los santos Sebastián y Fabián, como ejemplo, en la población de Castelseras tienen la fiesta del rodat que consiste en dar vueltas alrededor de la gran hoguera existente en la plaza de este pueblo, de tal modo que cuando el fuego alcanza su máximo apogeo, las gentes tienen que dar un giro entorno a la hoguera lo más cercano del fuego posible, prácticamente pisando las brasas, cosa que es casi imposible, dado el calor existente. Quien lo consigue se le concede la bendición o gracia especial y antaño era el encargado de cantar la primera jota en honor a los santos. En la población de San Julián de Basa (Huesca) esa misma noche sus gentes, recogen de la hoguera con sus propias manos desnudas un trozo de brasa, el más grande que puedan coger y mantener en sus manos, mientras rezan a los santos para que los guarden de todo mal durante todo el año, terminado el rezo, devuelven el tizón al fuego. En Morata de Jalón (Zaragoza) se encienden en las puertas de las casas unas hogueras donde se queman cosas viejas y saltan las hogueras como rito de protección del hogar y las cosechas. Es bien sabido que para las culturas del norte de Europa que se asentaron en la península, los giros alrededor de la hoguera se ejecutaban como un rito de purificación y protección para aquel que lo realizaba.  El 25 de enero, día que se celebra la conversión de san Pablo, en muchos pueblos de Aragón se baila alrededor de la hoguera y los nacidos en ese día imponen sus manos a los vecinos que se lo piden, ya que existe la creencia que poseen el don de curar y proteger sobre todo tipo de picaduras venenosas.

Como puede apreciar el lector, el fuego es el protagonista de lujo en gran cantidad de pueblos de nuestra geografía aragonesa, donde las fiestas paganas cristianizadas, no han perdido las raíces de su verdadero significado y que sus gentes se obligan a recordar año tras año cuando llegan estas frías fechas de invierno.